jueves, 12 de abril de 2018

Leonardo Da Vinci

Después de enfrentarse a las biografías de Steve Jobs, Albert Einstein y Benjamin Franklin, en esta ocasión Walter Isaacson acepta el reto de escribir sobre uno de los genios de las artes más admirado y desconcertante de toda la historia: Leonardo Da Vinci. Un hombre extraordinario y singular que aún hoy, quinientos años después de su muerte, sigue suscitando el interés de miles de personas, que se acercan a su obra con reverencia.

En este caso Isaacson, experto ya en personalidades contradictorias y polifacéticas, ha tenido que hacer frente a una dificultad añadida que no había encontrado en sus anteriores trabajos, ya que la distancia temporal, y la críptica manera en la que el genio Florentino trabajaba, hacen difícil acceder a fuentes documentales directas, y sobre todo fiables.

Porque Leonardo fue intensamente prolífico, pero las más de siete mil páginas de sus cuadernos de trabajo son auténtico caos. Escritas en dialecto florentino caligrafiado de forma especular y cifrada, incluyen mapas, bocetos, patrones geométricos, caricaturas, fórmulas, esquemas de máquinas o planos de ciudades, pero pocas referencias íntimas. Por esta razón su biógrafo se ha entregado con pasión al estudio de su obra para paliar estos huecos que el genio renacentista dejó.

Nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de Ser Piero Da Vinci, un notario y embajador de la República de Florencia que procedía de una rica familia de nobles italianos, y Caterina di Meo Lippi, una campesina de al parecer gran belleza. Consciente del precoz talento de su hijo (pintaba desde los tres años) el padre de Leonardo le permitió ingresar como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio, donde se iniciaría en la pintura de manera profesional.

Leonardo era ambidiestro, aprendía idiomas casi de inmediato y podía leer dos o tres libros por día. También era homosexual, algo complicado en la Italia de su tiempo, pero vivió su sexualidad de una manera sana (a diferencia por ejemplo de su contemporáneo Miguel Ángel) Exclusivamente vegetariano, tenía un sueño irregular e impredecible, que le llevaba a hábitos de vida y trabajo nada convencionales.

El genio de Leonardo no conocía límites. La pintura fue solo el primer paso de una vida en la que ninguna materia quedaría fuera de su interés. Fue un autodidacta entusiasta de todas las ramas de las ciencias y de las artes. Para el gran artista renacentista, aprender era un oficio que se construía a través de la experiencia personal. Con una pasión casi obsesiva, estudió anatomía, botánica, geología, arquitectura, urbanismo, artes bélicas, ingeniería, música o óptica. Nada escapaba a su desmesurada curiosidad.

Da Vinci era físicamente extraordinariamente atractivo, pero además tenía una inteligencia admirable y una simpatía magnética que conseguía cautivar por igual a admiradores y detractores. Su caótica personalidad le proporcionó un genio único y original, pero su inconstancia y su falta de ajuste a las reglas le complicaron el llegar a consolidar una carrera constante.  

Conoció y trabajó para los grandes líderes de su tiempo, los Medici, los Sforza, los Borgia que entonces se disputaban la península de Italia fueron sus mecenas, aunque nunca terminaba de ser capaz de adaptarse a sus convenciones y peticiones. Terminó sus días trabajando para Francisco I, rey de Francia, en cuyos brazos, dice la leyenda, moriría. Según su expresa voluntad, sesenta mendigos, cada uno con un cirio, siguieron su ataúd durante su funeral. Su cuerpo fue sepultado en la Capilla de Saint Hubert en el castillo de Amboise.

Walter Isaacson nos proporciona una perfecta ocasión para acercarnos a la azarosa vida y personalidad de Leonardo, quien en palabras del autor de esta biografía es “un personaje fascinante, enigmático e incómodo para buena parte de los cronistas e historiadores de arte.

Título: Leonardo Da Vinci. La biografía.
Autor: Walter Isaacson
Nº de páginas: 584 págs.
Editorial: Debate
ISBN: 9788499928333
Año edición: 2018

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