martes, 22 de marzo de 2011

Up in the air

Reconozcámoslo, ni la literatura de ficción ni el cine han venido dando una visión demasiado positiva de la función de recursos humanos.

En “Ressources humaines” (1999) de Laurent Content, por ejemplo, el argumento se centra en el drama que vive un joven responsable de recursos humanos al que encomiendan reestructurar la plantilla de la fábrica donde trabaja su padre: lucha de clases, conflicto intergeneracional  y el consiguiente dilema ético, que no dejan de recordar las vicisitudes de Bud Fox (Charlie Sheen) en Wall Street de Oliver Stone.

Igualmente en la caústica y divertida “Office space” (1999) de Michael Judge, que en España recibió el inequívoco título de “Trabajo basura”, la actuación de “Los Bob”, dos avezados consultores contratados para optimizar la estructura de Initech, con un peculiar estilo de entrevista y un todavía más peculiar criterio evaluador, tampoco dejan precisamente bien parado el papel de la gestión de recursos humanos.

El método (2005) de Marcelo Piñeyro, adaptación cinematográfica de la excelente obra teatral “El método Gronholm”, además de ser un film bastante espeso, se focaliza en los aspectos más truculentos de un proceso de selección, que termina convirtiéndose en una competencia cruda, escenario de traiciones y deslealtades entre los candidatos que concurren a la fase final del proceso. Todo ello auspicidado por un desquiciante y cruel método de selección, que da título al film, usado sin piedad por una gran corporación multinacional.

Evidementemente el alma de una buena historia es plantear un conflicto consistente que la sostenga emocionalmente. Y es difícil encontrar este conflicto en una gestión eficiente del potencial interno, o en una coherente política de retribución variable. Son terrenos estos áridos para una historia que seduzca al espectador, y por eso la industria cinematográfica ha retratado la función de recursos humanos desde ángulos bastante más tremendistas, solazándose en los aspectos más despidados y crueles de ella.

Este es el caso de “Up in the air” (2009) la historia de Ryan Bingham, un ATL (Asesor de Transición Laboral) sin vida privada, que ha terminado convirtiéndose en un moderno nómada, que pasa 350 días al año durmiendo en hoteles, y cuya máxima ambición es lograr 10 millones de millas en su tarjeta de fidelidad de American Airlines. Bingham es además un éxitoso conferenciante en la cumbre de su carrera, que está escribiendo su propio libro de autoayuda.

Hasta aquí la trama compartida por la novela y la película. A partir de aquí ambas versiones se separan. En el film dirigido y coescrito por Jason Reitman el argumento se sustenta en las relaciones personales y profesionales de un trío cuyo vértice es Bingham, interpretado por George Clooney, mientras que en la novela de Walter Kirn, el personaje de Natalie Keener (Anna Kendrick), que en mi opinión equilibra la historia, no existe.

En este sentido, la trama de la versión cinematografica es más redonda, culminada con un acertado final extrañamente agridulce, que se contrapone con el final confuso y desquiciado del libro de Kirn, cuya narración deriva en una pasta tan densa como la mente químicamente confundida y paranoide del protagonista.

En todo caso, tanto la novela de Kirn como la película de Reitman hacen un retrato incisivo y punzante de los servicios de transición laboral y la labor de los profesionales del outplacement, lanzando al mismo tiempo una irónica mirada al peculiar mundo de los gurus del management y el autodesarrollo.


Autor: Walter Kirn
Título: Up in the air

Editorial: Suma 

Nº páginas: 328 pags
ISBN: 9788483651766
Año de edición:2010